La presión arterial es uno de los parámetros más utilizados en medicina para evaluar la salud cardiovascular. Millones de consultas médicas comienzan con el clásico inflado de un manguito alrededor del brazo, una práctica tan habitual que casi nadie se detiene a cuestionar su precisión. Sin embargo, nuevas investigaciones revelan que este método puede tener una falla física intrínseca que subestima la presión arterial en una proporción significativa de los casos. El impacto no es menor: hasta un 30% de las hipertensiones podrían pasar desapercibidas.
El riesgo invisible de una enfermedad silenciosa
La hipertensión arterial es conocida como “el asesino silencioso”. No suele dar síntomas, pero aumenta de manera dramática el riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y otras enfermedades graves. Se estima que más de mil millones de personas en el mundo la padecen y casi la mitad no lo sabe. Cada medición inexacta equivale, potencialmente, a un diagnóstico perdido.
Cómo funciona el método del brazalete
El procedimiento parece sencillo: se coloca un manguito inflable alrededor del brazo, se corta momentáneamente el flujo sanguíneo y, al desinflar, se escuchan o registran los sonidos de la arteria para determinar la presión máxima (sistólica) y mínima (diastólica). Los resultados se expresan en milímetros de mercurio, por ejemplo 120/80 mm Hg, considerado un valor óptimo.
Pero el problema surge porque, bajo la presión del brazalete, la arteria colapsa de una manera que retrasa su reapertura. Ese retardo genera una subestimación del valor sistólico: la presión máxima registrada es más baja de lo que realmente es. Al mismo tiempo, la presión mínima suele aparecer algo más alta. En otras palabras: la técnica distorsiona la fotografía real de lo que pasa dentro de los vasos sanguíneos.
Una falla física que explica el error
Durante décadas se pensó que los desajustes se debían principalmente a errores técnicos, como el tamaño del manguito, la posición del paciente o la postura del brazo. Hoy se sabe que hay un componente físico inevitable: al interrumpir el flujo, se produce un descenso de la presión en la zona distal al brazalete, lo que altera el momento exacto en que la arteria vuelve a abrirse. Esa diferencia, aunque parezca mínima, puede ser suficiente para que un paciente con hipertensión no sea detectado.
¿Se necesitan nuevos dispositivos?
La buena noticia es que no hace falta abandonar el método más extendido del mundo. Simples ajustes en la técnica podrían reducir el margen de error. Por ejemplo, elevar el brazo antes de medir permite que la presión descendente sea más predecible y que la reapertura de la arteria ocurra en un momento más exacto. Esto ayudaría a corregir la subestimación sin necesidad de rediseñar todos los tensiómetros.
En el futuro, los equipos electrónicos podrían incorporar variables adicionales —como edad, índice de masa corporal o características del tejido— para personalizar la calibración y obtener una lectura aún más precisa.
Errores frecuentes que alteran la medición
Además de la falla intrínseca del método, muchos resultados se ven distorsionados por detalles cotidianos:
- Usar un manguito demasiado chico eleva artificialmente las cifras.
- Un manguito grande tiende a bajarlas.
- Dejar el brazo colgando durante la medición puede sumar hasta 4 mm Hg extra.
- No estar en reposo, haber fumado o tomado café antes, o mantener las piernas cruzadas también impactan en los valores.
Estos factores, aparentemente triviales, pueden cambiar el diagnóstico.
Cómo lograr una medición confiable en casa
La presión arterial no debería medirse una sola vez. Para obtener un registro válido, se recomienda:
- Tomar la presión dos veces por la mañana y dos por la tarde, durante al menos cuatro días seguidos.
- Esperar uno o dos minutos entre cada medición.
- Estar sentado, con la espalda apoyada, los pies planos en el piso y el brazo a la altura del corazón.
- Evitar café, tabaco o ejercicio intenso en los 30 minutos previos.
- Usar siempre un equipo validado y del tamaño adecuado para el brazo.
Un cambio cultural necesario
El hallazgo de la falla física en el método con brazalete obliga a repensar cómo medimos la presión arterial. No se trata solo de confiar en un aparato, sino de aplicar una técnica correcta y estandarizada. La capacitación del personal de salud, la educación a los pacientes y la incorporación de pequeños ajustes podrían marcar la diferencia entre un diagnóstico a tiempo y una complicación grave no detectada.
La hipertensión seguirá siendo una amenaza silenciosa, pero medirla con mayor precisión puede salvar millones de vidas. Y lo más sorprendente es que, en muchos casos, la solución no requiere tecnología futurista, sino algo tan simple como elevar el brazo antes de inflar el brazalete.